Viernes, 24 diciembre 2011
...Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12.
Lectura: 1 Juan 2: 7 - 11.
Una noche oscura y nefasta durante la Segunda Guerra Mundial, un portaaviones estadounidense surcaba los pesados mares en el sur del Pacífico. Tenía todas las luces apagadas a causa de los submarinos enemigos. Faltaba un avión. En algún lugar de aquel negro cielo, el avión daba vueltas en una búsqueda aparentemente inútil del portaaviones, el único lugar donde podía aterrizar y su única esperanza de que no lo tragara el gigante océano. El capitán del barco, sabiendo el terrible riesgo que corría el avión, dio la siguiente orden: <<¡ ENCIENDAN LAS LUCES DEL BARCO!>> Al poco rato, el avión se acercó a cubierta como una paloma que regresa a casa.
En Belén, consciente del riesgo, Dios dio esta orden:<<¡ALUMBRAD EL MUNDO!>>. Entonces nació Jesús. Una luz nueva y radiante empezó a brillar echando atrás las tinieblas del mundo, de la ignorancia espiritual y del pecado y la desesperación. Igual que un barco con las luces encendidas en un mar que de otra manera estaría entenebrecido por la humanidad pecadora, Cristo vino como <
Es una gracia incomprensible, Dios permitió que su Hijo muriera en la cruz para salvarnos de la oscuridad eterna. ¡Qué bendito mensaje para la Navidad... y para todos los días del año!
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