Lección: Génesis 35: 01-05
Texto: Romanos 08: 14
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01.- Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.
Dios recuerda a Jacob la promesa que éste le hizo en Betel y le envía allá para que la cumpla. (ver: 28:21-22). Hacía ahora siete u ocho años que había venido a Canaán; había comprado un terreno allí y construido un altar en recuerdo de la última aparición de Dios, cuando le puso el nombre de Israel (33: 19-20). A pesar de tan señalado favor, parece ser que a Jacob se le ha olvidado Betel. (1) A cuantos Dios ama, les hace recordar, de un modo o de otro, por la conciencia o por la acción del Espíritu, los deberes descuidados. (2) Cuando hayamos hecho una promesa, lo mejor es no diferir su cumplimiento (Ec. 5:4); sin embargo, más vale tarde que nunca. Nuestro deseo debería ser vivir en la casa de Dios, en Betel (Salmo 27:4). Ese debería ser nuestro hogar, no nuestra posada. Notemos que Dios no le recuerda explícitamente la promesa, sino la ocasión en que la hizo: "Cuando huías de tu hermano Esaú".
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01.- Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.
Dios recuerda a Jacob la promesa que éste le hizo en Betel y le envía allá para que la cumpla. (ver: 28:21-22). Hacía ahora siete u ocho años que había venido a Canaán; había comprado un terreno allí y construido un altar en recuerdo de la última aparición de Dios, cuando le puso el nombre de Israel (33: 19-20). A pesar de tan señalado favor, parece ser que a Jacob se le ha olvidado Betel. (1) A cuantos Dios ama, les hace recordar, de un modo o de otro, por la conciencia o por la acción del Espíritu, los deberes descuidados. (2) Cuando hayamos hecho una promesa, lo mejor es no diferir su cumplimiento (Ec. 5:4); sin embargo, más vale tarde que nunca. Nuestro deseo debería ser vivir en la casa de Dios, en Betel (Salmo 27:4). Ese debería ser nuestro hogar, no nuestra posada. Notemos que Dios no le recuerda explícitamente la promesa, sino la ocasión en que la hizo: "Cuando huías de tu hermano Esaú".
02.- Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos.
03.- Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado.
Jacob manda a su familia prepararse para esta solemnidad; no sólo para el viaje y el traslado, sino para los servicios religiosos que allí iban a llevarse a cabo. Obsérvense los mandatos que da a su familia, como Abraham (18:19) (1) Deben “quitar los dioses ajenos ¡dioses extraños en la familia de Jacob! También hoy, por desgracia, hay familias con apariencias religiosas y un altar erigido a Dios, en los cuales se echan de menos muchas cosas y hay más dioses extraños de los que uno podría sospechar. (2) Deben estar limpios, y mudar sus vestidos. Simeón y Leví, sin ir más lejos tenían sus manos llenas de sangre; y a ellos correspondía, de una manera especial, limpiarse y quitarse unos vestidos tan manchados. Estas eran meras ceremonias, que significaban la "PURIFICACIÓN Y EL CAMBIO DEL CORAZÓN". ¿De qué servirían los vestidos limpios y nuevos, sin un corazón limpio y nuevo? (3) Deben ir con él a Betel.
04.- Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem.
Sus familiares le entregaron todo lo que tenían de IDOLÁTRICO y de SUPERTICIOSO. Jacob se encargó de enterrar todo ello, para que no lo encontrasen después y no se volviesen a las prácticas anteriores.
05.-Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob.
Mientras hubo pecado en casa de Jacob, tuvo él miedo de sus vecinos, pero ahora que habían quitado los dioses ajenos, y marchaban todos juntos a Betel los vecinos tenían miedo de él.
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