lunes, 13 de octubre de 2008

ÉXODO 03: 06-10. TEXTO: JEREMIAS 01: 07

V. 06. La solemne impresión que esto hizo en Moisés: Curbrío su rostro, como quien está averganzado y, a la vez temeroso de motir a Dios. no tuvo miedo de mirar una zarza que ardía sin consumirse, hasta que se percató de que Dios estaba en ella.

Ahora, después de varios siglos de esclavitud de Israel, y después de cuarenta años desde que Moisés se exilio de Egipto, cuando supondríamos que tanto él como los israelitas comenzaban a perder las esperanzas, llegó por fin el tiempo, el año de los redimidos.
I. Que Dios se da cuenta de las aflicciones de Israel (vv. 7-9): Viendo he visto, como dice el hebreo; como si dijera: No sólo lo he visto, sino que lo he observado meticulosamente y con todo detalle. De tres cosas se dio perfecta cuenta Dios: 1. De la AFLICCIÓN y de las ANGUSTIAS de su pueblo (v.7). No parece ser que se les permitiera protestar ante el Faraón del mal trato que se les daba, pero Dios observaba sus lágrimas (Sal. 56:8). 2. De su clamor: He oído el clamor (v.7); ha venido delante de mi (v.09). De la tiranías de sus opresores: He visto la opresión (v.9).
II. La promesa que Dios hace de liberarlos rápidamente: He descendido para librarlos(v. 08). Cuando Dios hace algo verdaderamente extraordinario, se dice que desciende a hacerlo, como en Isaías 64: 1. Esta liberación era tipo de nuestra redención por Cristo, en la cual el eterno Verbo de dios descendió ciertamente de los Cielos para librarnos. También promete Dios a Moisés que los asentará felimente en la tierra de Canaán, y que cambiarían la esclavitud por libertad, la pobreza por abundancia, y la fatiga por el descanso.
III. La comisión que da a Moisés para que realice dicha liberación (v.10). no sólo es enviado como profeta a Israel, sino también como embajador a Faraón, para tratar con él; y es enviado como príncipe a Israel, para conducirles y mandarles. La misma mano que sacó ahora del desierto a un pastor, para que pudiese los cimientos del pueblo de Israel, sacó después del mar a unos pescadores, para que echasen los cimientos de la iglesia de Cristo.

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