Jueves, 12 enero 2012
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Conducía por la carretera cuando delante de mí dos pájaros en una feroz batalla. Se estaban atacando mutuamente con gran furia, y las plumas se veían volando. Juntos se levantaron por el aire y aleteaban ciegamente hacia los autos. Estrellándose violentamente contra el parabrisas de un auto que viajaba junto al mío. Estaban tan absortos en su pelea que no vieron un peligro mayor. Su pelea les costó la vida.
¡ Cuántas veces actuamos como esos dos gorriones ! No nos damos cuenta de que en una pelea, nadie gana nunca. Ambos pierden. Guardamos resentimientos y nuestros enfados crecen desproporcionadamente. No sé por qué habrán peleado esos dos pájaros, pero no valía la pena morir por ello. Tampoco vale la pena morir por nuestras peleas.
Aprendamos una lección de los pájaros. Olvida tus agravios, disponte a perdonar, y admítelo cuando te equivoques. Pídele al Espíritu Santo de Dios que produzca en ti <
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