viernes, 1 de mayo de 2015

ESTUDIO BÍBLICO : miércoles, 29-04-2015 Lección : Hebreos 9 : 16 al 18 Texto : Romanos 5 : 8.- verso 15. último verso lección pasada. "Por eso, Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que, interviniendo muerte para la remisión de los pecados cometidos bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna" Dice aquí que Cristo es "mediador de un nuevo pacto". El énfasis recae en el hecho de que Él es el mediador del nuevo pacto. Aquellos que estuvieron bajo el pacto antiguo, los creyentes del Antiguo Testamento, fueron salvos porque esperaban con ansia Su venida cuando presentaban sus sacrificios. No sabemos cuánto entendieron, y sin embargo, el Señor Jesús dijo en el capítulo 8 del Evangelio de Juan versículo 56: "Abraham, vuestro padre, se gozó de que había de ver mi día; y lo vio y se gozó". El libro del Génesis no nos contó este detalle, pero sí lo mencionó el Señor Jesús. Creemos que todas las personas del Antiguo Testamento esperaron con ansia la venida de Cristo. Fue como si Dios hubiera salvado "a crédito". La sangre de los toros y machos cabríos nunca pudo remover sus pecados. Ellos presentaron sus sacrificios por fe, y cuando Cristo vino, murió para redimir "los pecados pasados", como dice Romanos 3:25. Es decir, que Él murió por los pecados de todos aquellos que vivieron en el período que se extendió desde Adán hasta el tiempo de la cruz. Y desde aquel tiempo usted y yo también acudimos a Él por la fe. Y continúan diciendo los versículos 16 y 17 "Pues donde hay testamento, es necesario que conste la muerte del testador, porque el testamento con la muerte se confirma, pues no es válido entre tanto que el testador vive." Si usted, amado hermano, ha hecho su testamento y aún está vivo, entonces su testamento, su última voluntad no beneficia a nadie. No opera hasta que usted muera. Ahora aquí la mención se refiere al testamento hecho por una persona que murió. Mientras vivía, no era válido. Lo que queremos decir es que la vida misma de Cristo nunca podía salvarle a usted. Fue la muerte de Cristo la que le salva. Y en el versículo 18.: "De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre." Aquí se repitió la palabra "sangre" seis veces, revelando el lugar y poder de la sangre en el ritual del Antiguo Testamento. Dice aquí "sin derramamiento de sangre no hay remisión". Esta frase es el axioma del Antiguo Testamento. Y la sangre también es importante en el Nuevo Testamento. En el Apocalipsis encontramos que la victoria fue ganada por medio de la sangre del Cordero, no por medio del ingenio, fuerza física o incluso espiritual de alguna persona. La Sangre en el Nuevo Testamento: Para comenzar esta segunda parte de este estudio vamos a leer en nuestras biblias, en 1ª Pedro 1, 18 y 19. Dice así la Palabra de Dios: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. Ciertamente, cada cristiano nacido de nuevo ha sido comprado a un precio muy elevado, es decir, “con la sangre preciosa de Cristo”. Ni el oro, ni la plata, ni siquiera todas las riquezas del mundo alcanzarían para liberarnos de la esclavitud a Satanás, rescatarnos de nuestros pecados y llevarnos a la comunión con el Padre celestial. ¡Se debía pagar el alto precio de la sangre preciosa de Cristo para expiar nuestra culpa! A través de esto podemos ver dos cosas: Primeramente, el peso del pecado. No es posible medirlo. La única forma en que puede ser cubierto o justificado es a través de “la sangre preciosa de Cristo”. La santidad de Dios se presenta delante de nuestros ojos. Él, el Dios santo y todopoderoso, no puede tener comunión alguna con el pecador. La santidad (la pureza) de Dios y el pecado (la impureza del hombre) se rechazan así como el agua y el aceite. En segundo lugar, el infinito amor de Dios. Cuando pensamos en lo que el Dios trino estuvo dispuesto a dar, sacrificar y pagar para reconciliarnos, justificarnos y salvarnos, quedamos sin palabras. Este Dios eterno, todopoderoso y santo, Creador de cielo y tierra, Señor de la vida y la muerte, sin el cual nada tendría vida, quien comanda a miles de ángeles y quien podría llenar todo el universo de oro y plata, este Dios inmortal, se hizo hombre en Jesucristo para derramar en la cruz del Gólgota su propia sangre, por medio de indescriptibles sufrimientos corporales, del alma y del espíritu, y luego morir. Por eso, este sacrificio único del Hijo de Dios es imperecedero, eficaz y eterno. Dios no podría haber pagado un precio más alto. Y que nosotros seamos los destinatarios de dicho sacrificio demuestra lo mucho que significamos para Él. Su amor hacia nosotros, los hombres, se revela por medio del sacrificio de su Hijo unigénito y por la sangre derramada en la cruz. La Biblia presenta en Romanos 5:8 este indescriptible amor del Eterno, de la siguiente forma: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Quisiera que viéramos a continuación algunas cosas que nos hacen pensar en el alcance de la sangre de Cristo: En primer lugar: El perdón por medio de la sangre El escritor de la carta a los Hebreos, en el cap. 9, vers. 22, deja saber a sus lectores, inspirado por el Espíritu Santo, lo siguiente: “… Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. Ya con el primer sacrificio, inmediatamente después de la caída, queda en claro que sin derramamiento de sangre no puede haber perdón. Éste es un principio que por medio del sacrificio de Jesucristo, el Cordero de Dios, tiene completa validez hasta el Gólgota y más allá también. ¡Sin la valiosa sangre de Jesucristo no hay perdón! En segundo lugar: La redención por la sangre El apóstol Pablo escribe en Efesios 1:7: “… en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”. Naturalmente, el perdón va de la mano de la redención. También aquí tiene validez el hecho de que: ¡sin la preciosa sangre de Jesús no hay redención! En tercer lugar: La purificación por la sangre En la primera carta de Juan, cap. 1, vers. 7, se les dice a los creyentes: “… pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. Quien es perdonado de su culpa, quien es redimido (liberado del pecado y del juicio por la sangre de Cristo), puede presentarse purificado ante Dios. ¡Sólo así es posible la comunión con Dios en su santidad! Como principio, el Dios santo no puede tener comunión alguna con una persona manchada por el pecado. La comunión sólo es posible cuando la persona está santificada. Pero eso, requiere la purificación de los pecados, y ésta sólo es posible por medio de la valiosa sangre de Jesús. Si esta purificación no se ha llevado a cabo en la vida de una persona, por lo menos hasta el presente, no tiene acceso directo a Dios ni tampoco comunión con Él. Este principio ya se menciona en el antiguo pacto, a través de los rituales del lavamiento y la purificación a los que se tenían que someter los sacerdotes. En cuarto lugar: La justificación por la sangre En Romanos 5:9 se les dice a los cristianos nacidos de nuevo: “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”. Nunca podremos justificarnos delante del santo y justo Dios. Cada persona consciente es responsable por sí misma y no puede excusarse por ninguno de sus pecados. Solamente la preciosa sangre de Jesús logra justificarnos delante del Dios santo. Así sucedió también en el éxodo del pueblo de Israel en Egipto: los hijos de Israel solamente fueron justificados por la sangre del cordero que cada familia había sacrificado: “… y veré la sangre y pasaré de vosotros…” (nos dice Éxodo 12:13). A Dios no le interesaba ninguna otra cosa que la sangre, la misma debía estar allí. Si lo estaba, el juicio pasaba por alto la casa cubierta por ella. Si en la casa de algún israelita no hubiera estado visible la sangre del cordero sacrificado, no habría habido justificación para sus moradores, y no hubieran podido escapar de la justicia de Dios. No tenía importancia quién se encontraba en la casa, si era gente religiosa o no, si eran buenos y amables, o tiranos y malvados. Nada de eso importaba. El único criterio era si la sangre del cordero estaba visible en los postes y en el dintel de la puerta. En quinto lugar: La paz por la sangre En la carta a los Colosenses, cap. 1, vers. 19 y 20, leemos: “por cuanto agradó al Padre que en él (Cristo)habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. Cuando se reconcilian dos personas, hacen un pacto de paz entre sí. La justificación, purificación, salvación y perdón por la sangre de Cristo lleva a la paz con Dios. Sin la preciosa sangre de Cristo no hay paz entre Dios y los hombres: no hay paz en los corazones, no hay paz en la tierra y, tampoco, hay paz en el cielo. ¿Has obtenido tú la paz con Dios, mediante la sangre de Jesús? Deseo sinceramente que así sea. Y si aún no la tienes, recuerda que Jesús está llamando a la puerta de tu corazón. ¿Le vas a abrir? Él derramó Su Sangre por ti. Para reconciliarte con Dios. ¿Vas a depositar tu confianza en Él? ¡Hazlo hoy! Y serás justificado por la fe, y tendrás paz con Dios por medio del Señor Jesucristo. LA SANGRE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO : La expiación se hace necesaria debido a la depravación humana (Romanos 1-3). Dios es un Dios Santo y Él no puede ver sobre nuestro pecado. La palabra "expiar" tiene el significado de "tirar," "borrar," "cubrir." A menudo se traduce "olvidar," "perdonar," "purgar" y "reconciliar." En las escrituras, el significado de la palabra "expiación" es la ofrenda de un sacrificio sangriento. Dios es visto como haciendo el sacrificio y al hombre como haciendo el rito. Al hombre no se le como iniciando la relación sino solo a Dios. Dios hizo la provisión para el pecado como un acto de gracia. El derramamiento de la sangre es la acción central al hacer la expiación por los pecados. Este tema es desarrollado por todas las escrituras. Levítico es un libro sangriento. Usted lee sólo unos pocos versos y rápidamente se encuentra envuelto en sangre, sacrificios y ofrendas. Hay derramamiento de sangre y esparcimiento de sangre sobre altares y velos. Usted no puede escaparse de ello. No es nada agradable pero nunca se ha querido decir que es agradable. Significó completamente pintar un cuadro de lo espantoso del pecado. El pecado no es así de hermoso como es retratado cada noche en nuestra TV. Es feo y es mortal. "La paga del pecado es la muerte." "El alma que pecare ciertamente morirá." El pecado es siempre pecado. Dios nunca lo ha tratado a la ligera. Se ultraja la santidad de Dios. La "ira de Dios" es la oposición de Dios a todo los pecado (Romanos 1:18, 24, 26, 28; Efesios 2:3). Cuando los hebreos escuchaban la palabra "sangre" ellos mayormente pensaban en una muerte violenta y en particular en un sacrificio sangriento. En el pensamiento hebreo hay una clara relación entre vida y sangre. No hay referencias claras que indiquen que la sangre es vida distinta de la muerte. Levítico 17:11 no se está refiriendo a la vida existente después que la sangre ha sido derramada sino sola para muerte. Es una vida dada en muerte. La vida deja de existir cuando la sangre es derramada. El derramamiento de la sangre esta para darnos fin a la vida en la carne. Se está refiriendo a una muerte física. "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona." En el Antiguo Testamento, el esparcimiento de sangre tiene un significado especial. El esparcimiento de sangre es una "cubierta" para los pecados. La vida del animal era entregada a la muerte como sustituto de la gente. La vida del animal era dada en beneficio de la vida de las personas. El juicio era llevado por el traslado del pecado de la gente a los animales en un sacrificio. El Cordero Pascual y el becerro vivo eran sustitutos del oferente. El sacrificio del animal era un signo de que la muerte había tomado lugar. Por lo tanto el ángel de la muerte pasaba por alto aquel individuo. Esta era la terminación de la vida, la imposición de la muerte. La muerte había tomado una violenta acción contra el sustituto del oferente en el sacrificio pascual (Éxodo 12:13). El vertimiento de la sangre significa una muerte, una matanza o un asesinato violento. La vida se asocia a la sangre que atraviesa nuestras venas. La vida fue dada para derramar su sangre preciosa. La muerte ocurrió. El pensamiento dominante del viejo testamento es la infliccion de la muerte más bien que el otorgamiento de la vida. La interpretación natural cuando pensamos en sangre y el vertimiento de la sangre es muerte. La "sangre de Cristo" es una expresión clara para la muerte de Cristo. La sangre es el símbolo de la muerte en sacrificio; una vida vertiendo su sangre hasta la muerte. No es el otorgar la vida, sino el final de la vida, muerte. El rescate es solamente posible por la vida de la sangre. Hebreos 9:22 resume la enseñanza del antiguo testamento del sacrificio en conjunto "y según la ley, uno puede casi decir, todas las cosas se limpian con sangre, y sin el vertimiento de la sangre no hay perdón." Los sacrificios del antiguo testamento en conjunto encuentran su cumplimiento en la sangre de Cristo y en su muerte en sacrificio (Hebreos 9:7-28; 13:11-12). Dios alcanzó nuestro rescate comprensivo completo con la sangre de Cristo (He. 10:20; 9:26). El sacrificio sustitutivo de Cristo en la cruz es todo suficiente y perfecto para ocuparse de todo nuestro pecado y culpabilidad. Los santos del antiguo testamento anticiparon la muerte de Cristo ofreciendo los sacrificios animales para sus pecados. Jesucristo es el substituto que ha resuelto las demandas santas contra el pecador. El pecador era perdonado solamente después que el sacerdote ofrecía el sacrificio sangriento que anticipaba la muerte de Cristo por el pecado (Levítico 4:20, 26, 31, 35; 5:10, 13, 16, 18; 6:7; 19:22; Números 15:22-28). Pablo dijo, "en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia en él (Cristo) que tenemos rescate con su sangre, el perdón de nuestras infracciones, según los riquezas de su gracia, que él prodigó sobre nosotros" (Efesios 1:7-8). Ofreciendo la sangre en sacrificio, el creyente reconocía su propia culpabilidad y la pena justa de la muerte. Por la expiación, Dios "pasaba sobre," los pecados "pasaba por alto" y "cubría" hasta que viniera Cristo. Cuando Cristo vino y murió él no pasó sobre el pecado ni lo cubrió, sino lo eliminó (Juan 1:29; 1 Pedro 2:24). La santidad infinita del Dios fue satisfecha en la muerte de Cristo (Juan 19:30). Los sacrificios en el antiguo testamento anticiparon la sangre eficaz del cordero perfecto de Dios. El derramamiento de sangre de los sacrificios del animal, simbolizando la sangre vertiente de Cristo, sirvió para cubrir el pecado hasta el día en que Cristo se ocuparía realmente del pecado. La muerte de Cristo probó que Dios era justo en pasar por alto los pecados para los cuales los sacrificios animales habían sido hechos antes de su venida. Dios había perdonado el pecado basado en la promesa de un suficiente cordero. La muerte de Cristo demostró a Dios ser justo en todo lo que él prometió a los santos del antiguo testamento. pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.-

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