jueves, 9 de julio de 2015
Hebreos cap. 10 verso 19 al 21. Texto : Efesios cap. 5 verso 27.
1° IGLESIA / EL TRIUNFO
ESTUDIO BÍBLICO :
Lección : Hebreos cap. 10 verso 19 al 21.
Texto : Efesios cap. 5 verso 27.
19.- Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,
.
. Las palabras Así que. miran hacia atrás, hacia la sección precedente con su extensa consideración del sacrificio hecho una vez para siempre por Cristo y el perdón del pecado. El escritor invita a los lectores a acercarse a Dios puesto que, dice él, “tenemos confianza para entrar en el Lugar Santísimo”. Estas palabras repiten una exhortación anterior: “Acerquémonos entonces al trono de gracia con confianza” (4:16). La designación Lugar Santísimo es escogida deliberadamente. En los tiempos del Antiguo Testamento solamente el sumo sacerdote tenía permiso para entrar en el santuario interior una vez al año como representante del pueblo. Entraba ante la presencia de Dios para rociar sangre sobre el arca para pagar por los pecados. En los tiempos del Nuevo Testamento tenemos acceso a Dios porque Jesús derramó su sangre por nuestros pecados y porque en el momento de su muerte “el velo del templo se rasgó en dos, desde arriba hasta abajo” (Mt. 27:51). Se nos alienta a entrar ante la presencia de Dios con confianza. Nótese que el escritor de Hebreos dice, “por la sangre de Jesús”. El usa el nombre Jesús como recordatorio de que Jesús salva a su pueblo del pecado (Mt. 1:21) y de que Jesús “no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11). El escritor también pertenece a la familia de Jesús y por tal razón se refiere a sus lectores como “hermanos” véanse 3:1.-
20.- por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.
Los traductores del texto original del Nuevo Testamento se guían habitualmente por una regla empírica: “Traduzca el griego como viene”. Vale decir que la secuencia del texto griego es más o menos trasladada a la traducción. La traducción de Hebreos 10:20 transmite el significado de que la expresión cuerpo clarifica el sustantivo velo. Sin embargo, otros traductores y expositores no siguen la regla recién mencionada. Entendiendo el texto de un modo diferente, desean interpretarlo como sigue: “Mediante el camino nuevo y vivo que él abrió para nosotros a través del velo, el camino de su carne”.317 En otras palabras, la palabra carne se ha convertido en una explicación de “camino”, no de “velo”. Jesús, entonces, inauguró “un camino nuevo y vivo” que consiste en su humanidad. Para lograr una traducción tersa, empero, los traductores han tenido que suplir la expresión camino en la frase el camino de su carne.
que si el escritor de Hebreos hubiese querido dar una explicación de “un camino nuevo y vivo”, lo hubiera hecho. Ahora la evidencia parece favorecer una explicación para el término velo. El término camino es descrito como “nuevo y vivo. Lamentablemente, la traducción “nuevo” es incompleta, ya que la palabra griega significa en realidad “recién degollada”. Es un término que se relaciona con los sacrificios religiosos. El adjetivo vivo significa que el camino que Cristo ha abierto para nosotros no es un callejón sin salida. Es más bien un camino que nos lleva a la salvación, ante la presencia misma de Dios. Cristo ha dedicado el camino al abrir el velo, “es decir, su cuerpo”. Al morir Cristo, el velo del Lugar Santísimo tuvo que rasgarse desde arriba hasta abajo. Del mismo modo tuvo que ser roto el cuerpo de Jesús, y su sangre tuvo que ser derramada para abrirnos el camino a Dios. Mediante su sacrificio en la cruz, Cristo ha quitado el velo entre Dios y su pueblo.
21.- y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios.
El creyente ha recibido una doble certeza de que puede acercarse a Dios; primeramente, porque tiene confianza por medio de la sangre derramada de Cristo; en segundo lugar, porque Jesús es el “gran sacerdote sobre la casa de Dios”. Si hubiera la más mínima vacilación en la mente del creyente, el escritor de Hebreos le está diciendo que mire a aquel único y gran sacerdote, Jesucristo (4:14). Se nos exhorta a venir a Dios; en esta vida terrenal lo hacemos en oración. El gran sacerdote toma nuestras oraciones y, como intercesor, las presenta en nuestro nombre nuestro a Dios. Este sacerdote ha recibido la responsabilidad de cuidar la iglesia, es decir, la casa de Dios (3:6). La labor sacerdotal de Cristo continúa aún después de haber terminado con su obra expiatoria en la tierra (Jn. 19:30). El ha sido designado como mediador del nuevo pacto (8:6), y “es capaz de salvar completamente a los que se acercan a Dios por medio de él, porque él siempre vive para interceder por ellos” (7:25). Los creyentes están absolutamente seguros ya que tienen un gran sacerdote que los representa. Este gran sacerdote nunca pierde de vista a los que pertenecen a la casa de Dios, puesto que él y ellos pertenecen a la misma familia (2:11). Aunque el escritor no sea explícito, se nos exhorta a acercarnos a Dios. En el pasaje paralelo (4:16) él nos dice que vayamos al trono de gracia en oración. El escritor ahora lleva este paralelo un paso más allá y describe cómo hemos de acercarnos a Dios en oración. Aparte de tener confianza hemos de ir con “con corazón sincero y en plena certidumbre de fe”. El escritor enfatiza que el corazón debe ser sincero para que la fe sea genuina. La palabra sincero describe el corazón de una persona que es honesta, genuina, comprometida, confiable y sin engaño. Cuando el corazón del creyente es sincero, la fe es evidente con plena certidumbre. El creyente tiene completa confianza en Dios porque acepta plenamente la verdad del evangelio. En contraposición a ello, la duda hace que el creyente no se acerque a Dios. La duda insulta en tanto que la fe exalta.
Consideraciones prácticas De la bien conocida tríada fe, esperanza y amor, es la esperanza la que parece ser descuidada. Los escritores del Nuevo Testamento, sin embargo, no la descuidan, ya que la mencionan tantas veces como lo hacen con la fe y el amor. El cristiano parece enfatizar en su vida espiritual las virtudes de la fe y el amor, pero dice poco acerca de la esperanza. Sin embargo es la esperanza la que guía al creyente, ya que le da libertad del temor a la muerte. El tiene puestos los ojos en Jesús, que ha conquistado el poder de la muerte. Sabe que en Jesús tiene salvación, justicia, vida eterna y la certidumbre de la resurrección de los muertos. Esa esperanza se verá realizada cuando Jesús vuelva. El cristianismo es una religión de amor que se extiende hacia afuera y que reúne a la gente. Los eventos deportivos, las representaciones en la pantalla o sobre el escenario, y la acción política juntan grandes multitudes. Pero el cristianismo mantiene a la gente junta porque enfatiza la participación en el culto, en la alabanza y en el trabajo. Los cristianos se necesitan unos a otros para fortalecer el maravilloso vínculo de amor que comparten en Jesucristo.
La exhortación del escritor de “estimularnos mutuamente al amor” precede su observación acerca de la asistencia a la iglesia. Cuando el creyente asiste al culto, está expresando su amor por Jesús. Se da cuenta de que Jesús, la cabeza de la iglesia, está presente en el culto y desea su presencia. Para decirlo de otro forma, la cabeza de la iglesia no puede funcionar sin el cuerpo. El creyente es parte del cuerpo de Cristo, el cual Cristo se presenta
pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.-
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