jueves, 24 de septiembre de 2015
ESTUDIO BÍBLICO jueves , 24 septiembre 2015.-
ESTUDIO BÍBLICO
jueves , 24 septiembre 2015
lección : Hebreos 11 : 7 al 9.
texto : Salmo 40: 1.-
Por la fe Noé, al ser advertido acerca de cosas no vistas aún, con santo temor construyó un arca para salvar a su familia. Por su fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Hubo una persona que demostró su fe en Dios en un mundo de incredulidad, y esa persona fue Noé. En el relato histórico acerca del diluvio, leemos que Dios informó a Noé acerca del inminente diluvio que destruiría toda vida a causa de la gran maldad del hombre. Dios le advirtió a Noé que eliminaría a hombres, animales y pájaros cuando terminase el período de 120 años (Gn. 6:1–7). Noé encontró favor ante los ojos de Dios porque “caminó con Dios” (Gn. 6:8–9). Como sus antepasados, Abel y Enoc, él puso toda su confianza en Dios.
Dios instruyó a Noé para que construyese un arca de un tamaño específico y adecuado para contener a su familia y a todos los animales y pájaros que Dios quería mantener con vida. También le informó a Noé “acerca de cosas no vistas aún” (véase Hebreos 11:1). Aunque la Escritura no da ningún relato acerca de las burlas, el hostigamiento y los atrasos que tuvo que sufrir Noé mientras construía su enorme arca, probablemente sobre la tierra seca, podemos estar seguros que él sintió el maltrato de la incredulidad. Las mofas, los vilipendios y el escarnio constituyeron su dieta diaria de oposición. Noé se encontraba solo en medio de un mundo hostil. Fuera de sus familiares inmediatos, él no podía contar con el apoyo de nadie. Creer en Dios en medio de creyentes es algo relativamente fácil. Pero no tener a nadie en quien apoyarse excepto en Dios es la verdadera prueba de la fe. Noé creyó, y “con santo temor construyó un arca para salvar a su familia”. Por una parte, él manifestaba una profunda reverencia por Dios; por la otra, estaba aterrado a causa de la inminente destrucción. El se sentía lleno de un santo temor ante la perspectiva del juicio de Dios sobre el mundo pecador. Porque si él no hubiese creído la advertencia de Dios, no hubiese sentido temor. Su fe le llevó a temer y a construir. Obedientemente él siguió las instrucciones que Dios le dio. Construyó el arca y al hacerlo demostró su firme confianza en Dios. Su fe se transformó en un testimonio que condenó al mundo incrédulo que le rodeaba. La fe de Noé estaba diametralmente opuesta a la incredulidad del mundo. La Escritura describe a Noé como un hombre justo (Gn. 6:9). Ezequiel escribe acerca de la posibilidad de que Dios enviase una hambruna contra un país que pecare contra él; de estar Noé, Daniel y Job en dicho país, “ellos sólo podrían salvarse por su justicia” (Ezequiel. 14:14, 20). Y Pedro llama a Noé “predicador de justicia” (2 Pedro 2:5). El escritor de Hebreos dice que Noé “llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe”. Ningún profeta predicó nunca un mensaje tal de condenación como el que predicó Noé durante un período tan extenso—120 años. Además, Noé predicó a todo el mundo de su tiempo. Por su fe Noé heredó el don de la justicia. Su ancestro Abel “fue aprobado como hombre justo” (Hebreos 11:4). Noé, sin embargo, llegó a ser poseedor de justicia; es decir, su modo de vivir fue un modelo de justicia siempre opuesto a la incredulidad. Su vida fue un ejemplo constante de obediencia a la voluntad de Dios. Por medio de su vida justa, Noé halló el favor de Dios. Por la fe él agradó a Dios. NOTA SOBRE EL ARCA: <<
Dios le dio a Noé las instrucciones para la construcción de este barco. No era una pequeña y tosca embarcación, como las que uno ve en algunos dibujos para niños. Pensamos que era una construcción bastante moderna; el mismo tamaño y la forma en que fue construida se ajustarían a la construcción de los barcos modernos. El versículo 15 de Génesis 6, nos dice que medía 140 metros de largo, 23 metros de ancho, y 14 metros de altura. Y no tenía solo una ventana pequeña al costado. En el versículo 16, de este capítulo 6, de Génesis leemos: "Una ventana harás al arca, la acabarás a medio metro del techo y a su lado pondrás la puerta del arca; y le harás tres pisos". La ventana se extendía alrededor de toda la parte superior, y el techo descendía sobre ella. Fue construida de tres pisos. Los hombres de aquel tiempo eran buenos constructores y estaban familiarizados con este tipo de construcción. Por lo tanto Noé comenzó a hacer algo que estamos seguros la población de aquel entonces consideró como una obra sin sentido. >>
Consideraciones prácticas en 11:4–7 Los héroes de la fe que precedieron a Abraham fueron verdaderos pioneros: Abel, Enoc y Noé. Estos hombres estuvieron virtualmente solos en su lucha de fe; la incredulidad y la desobediencia les rodeaban y no existía una comunidad creyente que los apoyase. Consideramos por ejemplo, a Abel. Su padre y madre habían caído en desobediencia y habían sido echados del Paraíso. Su hermano rehusó escuchar la voz de Dios y se transformó en un siervo del pecado (Gn. 4:7). Abel, por el contrario, deseaba servir a Dios y hacer la voluntad de Dios. El puso su confianza en el Señor; fue una figura solitaria, un verdadero pionero, un hijo de Dios. Sabemos muy poco acerca del mundo en que vivió Enoc. El escritor coloca el nombre de Enoc en una genealogía y se abstiene de dar detalles históricos. Sin embargo, particulariza el rasgo distintivo de Enoc: Enoc caminó con Dios. Todas las otras personas mencionadas en la genealogía (Gn. 5:3–32) carecen de esta descripción. Sólo Enoc es conocido como hombre de fe.
8. Por la fe Abraham, al ser llamado para ir al lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y fue, aunque no sabía adonde iba. 9. Por la fe él hizo su hogar en la tierra prometida como un extranjero en un país extraño; vivió en tiendas, como lo hicieron Isaac y Jacob, que junto con él eran herederos de la misma promesa. 10. Porque él esperaba la cuidad con cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. La fe de Abraham triunfó en por lo menos tres ocasiones diferentes. Primeramente, Dios le pidió que fuese a una tierra que le mostraría y que le daría como herencia. Sin embargo, Abraham nunca llegó a poseer un metro de esa tierra, que resultó ser Canaán, excepto el lote funerario que compró para Sara, su mujer (Gn. 23:3, 20; Hechos 7:5). En segundo lugar, Dios le prometió que haría de Abraham una gran nación. Al llegar su centésimo cumpleaños, nació su hijo Isaac; y quince años antes de la muerte de Abraham, entraron al mundo sus nietos Jacob y Esaú. Pero Abraham nunca vio “descendientes tan numerosas como las estrellas del cielo y tan incontables como la arena de la playa” (Hebreos 11:12). Además, Dios llamó a Abraham a sacrificar a su hijo Isaac, porque Dios deseaba probar la fe de Abraham. Y esa fe triunfó. Una observación más. Noé recibió instrucciones para construir un arca para salvar a su familia de la condenación inminente. Aunque tuvo que esperar 120 años antes de que llegase el diluvio, no obstante él vio el cumplimiento de la advertencia de Dios y el resultado de su propia fe. Pero Abraham recibió dos promesas—la herencia de la tierra prometida y la formación de un poderoso pueblo como descendencia suya. Pero nunca vio el cumplimiento de estas promesas durante su vida, aunque vivió 175 años. Abraham ciertamente vivió por la fe. Al considerar la fe de Abraham en cuanto a la tierra prometida, notamos: a. Un lugar. Una traducción más literal de la primera parte del versículo 8 diría: “Por la fe, mientras era llamado, Abraham obedeció para ir a un lugar que él habría de recibir como herencia”. Tan pronto
como Dios lo llamó, Abraham respondió obedientemente y estuvo presto a hacer lo que el Señor le pedía. “Deja tu país, tu pueblo y el hogar de tu padre para ir a una tierra que te mostraré” (Gn. 12:1). Por la fe Abraham salió, sin saber adónde Dios le llevaría. ¡Qué ruptura con su clan! Abraham ni siquiera pudo informar a sus parientes hacia dónde iba, puesto que no la sabía. ¿Cuáles fueron las razones de la partida de Abraham? Dios deseaba cumplir la promesa que le había hecho a Abraham de transformarlo en una gran nación, de bendecirlo y de engrandecer su nombre (Gn. 12:2–3). Dios también llamó a Abraham para engrandece Su propio nombre. Por medio del patriarca, Dios se reveló como un Dios fiel a su pacto, que cumple sus promesas. 2. Una tierra. Abraham recibió la promesa de Dios de que él sería heredero de un lugar que Dios le daría. Ese lugar era la tierra de Canaán, la tierra que de la promesa. Abraham viajó desde Harán hasta Canaán, dejando detrás a sus parientes en Padan-aram. El vivió en la parte sur de Canaán en tiendas. Siguió siendo un extraño, y en cierto sentido un extranjero, que tenía poco en común con la población local. El hecho de que Abraham viviera en una tienda indicaba que él era un ganadero errante que poseía innumerables animales, pero que no poseía tierra. Sin embargo, Dios le había prometido la tierra a Abraham, y le repitió la promesa a Isaac y a Jacob. A lo largo de tres generaciones los herederos de la tierra vivieron por la fe con sólo una promesa. No fue hasta que las doce tribus de Israel entraron en la tierra bajo el liderazgo de Josué que pudieron reclamar la promesa y apropiarse de la tierra. 3. Una ciudad. La permanencia de Abraham en Canaán fue tan temporal como las estacas que él clavaba en la tierra para mantener armadas sus tiendas. El iba constantemente de un lugar a otro, y así lo hicieron su hijo y su nieto. Su permanencia pudo haber sido temporal, pero su fe fue permanente. La fe de Abraham en Dios se proyectó más allá de la promesa de un lugar o de una tierra, aun cuando Dios le había prometido la tierra a él y a sus descendientes. Abraham sabía que las posesiones terrenales son temporales; él siempre tuvo el ojo de su fe puesto “en la cuidad con cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.
El padre de los creyentes caminó con Dios; “él fue llamado amigo de Dios” (Stg. 2:23). Por la fe él sabía que la ciudad que Dios había diseñado y construido tiene cimientos eternos (Ap. 21:14, 19). El anticipaba la nueva Jerusalén, “la ciudad del Dios vivo” (Hebreos 12:22), a la cual llegan todos los creyentes para buscar alojamiento. Abraham sabía que su morada terrenal no podía ser comparada con la ciudad celestial, de la cual Dios mismo era arquitecto y constructor. Por la fe él visualizó la congregación final de todos los creyentes.
para la fiesta de la redención. El anticipó el advenimiento y la obra de Cristo. Puesto que en él todos los creyentes son uno con el Hijo y con el Padre. Por la fe Abraham, aunque vivía en tiendas, esperaba la ciudad permanente. Para él dicha ciudad representaba el cumplimiento de las promesas que Dios había hecho. Por eso Abraham no se fijaba primeramente en le proceso de la salvación, sino en su conclusión.
pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.-
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