jueves, 5 de noviembre de 2015

ESTUDIO BÍBLICO jueves , 05 de noviembre 2015.

ESTUDIO BÍBLICO jueves , 05 de noviembre 2015. LECCIÓN : Hebreos cap. 11 : 25 al 27 TEXTO : Lucas 10: 42.- vs. 25 .- escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, El escogió ser maltratado junto con el pueblo de Dios antes que disfrutar de los placeres del pecado por un breve tiempo. En la providencia de Dios, Moisés recibió una educación que le capacitó para ser líder de una nación. El estaba particularmente calificado para sacar a la nación de Israel de Egipto y llevarla a la tierra prometida. Por eso él se consideró como el liberador designado por Dios para Israel. Dice Esteban; “Moisés pensó que su propio pueblo se daría cuenta de que Dios le estaba usando para rescatarlos, pero ellos no se dieron cuenta” (Hch. 7:25). Aunque Moisés había sido capacitado, no estaba listo todavía para gobernar la nación de Israel. Su propio pueblo tampoco estaba listo aún para aceptarlo. Moisés, sin embargo, había echado su suerte con los israelitas. Su pueblo, no el de Egipto, era el receptor de las promesas hechas por Dios a Abraham, Isaac y Jacob. Si él se hubiese puesto de parte de los egipcios y le hubiese dado la espalda al pueblo de Dios, habría cometido el pecado de apostasía. En la terminología del escritor de Hebreos, él se hubiera “apartado del Dios vivo” (3:12). Entonces, la elección que Moisés enfrentó no consistió primordialmente entre asociarse con el pueblo de Dios o caer en el pecado de la apostasía. Moisés escogió el maltrato y se identificó con el pueblo de Dios. Moisés podría haber tomado una posición intermedia. Como hijo de la hija del faraón, él podría haber dicho que su influencia sería de incalculable valor para liberar a los israelitas. En épocas anteriores, José había ejercido su poder y autoridad a favor de Jacob y de sus descendientes. Nadie le hubiera reprochado a Moisés si se hubiese quedado en Egipto. Pero por la fe José había predicho el éxodo y había hecho prometer a sus hermanos que llevarían sus huesos con ellos para ser enterrados en Canaán. Del mismo modo Moisés se puso del lado de los esclavos hebreos y renunció a título real de hijo de la hija del faraón vs. 26.- . teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. . Este versículo presenta tres pensamientos principales. a. Cristo. El escritor es bastante explícito en su redacción, ya que en el griego original se refiere a el Cristo. En otras partes de su epístola él dice: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre” (13:8). Dado que Cristo trasciende los siglos, el escritor de Hebreos afirma con confianza que Moisés sufrió el oprobio por amor a Cristo. Moisés consideró que el oprobio por Cristo tenía mayor significado que todas las riquezas relucientes de Egipto. Por consiguiente el escritor da a entender que aunque Moisés nunca utilizó el termino Mesías, él tenía plena confianza en su presencia y en su venida. No obstante, el que lee este pasaje encuentra algunos problemas para interpretarlo. Por ejemplo, Moisés no tenía idea de la persona y obra de Cristo tal como nosotros conocemos a Jesús a partir de las páginas del Nuevo Testamento. Moisés tenía las promesas que Dios le había dado a sus antepasados, Abraham, Isaac y Jacob. Estas promesas tenían que ver con el crecimiento de la nación de Israel, la herencia de Canaán y la venida del Cristo. Moisés vio el cumplimiento de la promesa que decía que los descendientes de Abraham serían “tan numerosos como las estrellas del cielo y tan incontables como la arena de la playa” (Heb. 11:12; véanse también Gn. 15:5; 22:17; 32:12). Y él se dio cuenta de que el tiempo del éxodo y del regreso a Canaán era inminente. No cabe duda que él creía en el liberador futuro. El problema de entender el significado de la palabra Cristo se centra en el lugar que Cristo ocupa en al contexto del Antiguo Testamento. Algunos expositores buscan una explicación en el simbolismo. Ellos señalan el cumplimiento de la profecía en la cual Dios dice: “De Egipto llamé a mi hijo” (Os. 11:1) y ven una identificación de Cristo con la nación de Israel. Ambos salieron de Egipto. Otros entienden la expresión el Ungido (el Mesías) como un referencia a Israel en un sentido colectivo (Sal. 89:50–51). Y quedan todavía los que piensan que Cristo acompañó a los israelitas durante el tiempo del éxodo y del viaje a la tierra prometida (1 Co.10:4) . Apoyados en la Escritura, todos estos comentarios son útiles para entender el texto presente. Sin embargo, no debemos esperar más del texto que lo que el escritor trata de transmitir. b. Comparación. El énfasis recae en esta comparación: “El oprobio por causa de Cristo (es) de mayor valor que los tesoros de Egipto”. Esta es una comparación entre riquezas espirituales y tesoros terrenales. Las palabras de la bienaventuranza vienen rápidamente a la mente: “Bienaventurados sois vosotros cuando la gente os insulte, os persiga y falsamente diga toda clase de males en contra de vosotros a causa de mi. Regocijaos y alegraos, porque grande es vuestra recompensa en el cielo” (Mt. 5:11–12). Insultar es una pasión que se origina en el corazón pecaminoso del hombre. El hombre dirige esta pasión contra su prójimo, especialmente contra la persona que es justa. Y el insulto dirigido contra el hombre es, en última instancia, dirigido contra Dios. Sabemos que los israelitas sufrían diariamente el abuso de sus inmisericordes capataces egipcios (Ex. 1:11–14). Dios vio la miseria de los israelitas, oyó su clamor, y se preocupó por su sufrimiento (Ex. 3:7). Moisés buscó deliberadamente identificarse con estos esclavos hebreos ya que él creía que Dios liberaría a su pueblo y cumpliría con sus promesas. Moisés sabía que lograr objetivos espirituales para la causa del pueblo de Dios era incomparablemente mejor que ser heredero de las riquezas de Egipto. El buscó los objetivos espirituales, aun cuando esa búsqueda resultase en vituperio, burla, abuso, y oprobio. Moisés, sin embargo, “anticipaba su recompensa”. c. Compensación. Si bien la Escritura enseña claramente que ningún hombre es capaz de ganarse la salvación, el término recompensa véase Heb. 10:35; 11:6) aparece repetidamente. Es decir, Dios recompensa al hombre en base a su soberanía divina y no a causa del mérito. “Todo reclamo basado en los propios méritos debe quedar silenciado frente a la demanda de obediencia total”. Pero la palabra de Jesús es tranquilizadora para todo creyente que busca hacer la voluntad de Dios. Jesús dijo: “Y si alguien le da aunque sea un vaso de agua a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, os digo la verdad, ciertamente no perderá su recompensa” (Mt. 10:42). En su gracia soberana Dios recompensa a cualquiera que diligentemente le busca con fe. Y eso es exactamente lo que Moisés hizo en Egipto. El esperaba su recompensa de Dios. vs. 27.- Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. . El liderazgo de Moisés . Por la fe dejó Egipto, sin temer la ira del rey; él perseveró porque veía al que es invisible. ¿A qué se refiere el escritor cuando dice que “él dejó Egipto”? Moisés dejó Egipto dos veces. La primera vez huyó porque temió por su vida después de haber matado a un egipcio (Ex. 2:14–15). Entre la primera y la segunda vez hay un período de cuarenta años (Hch. 7:30). Si tenemos en cuenta el flujo de pensamiento del escritor acerca de la huida de Egipto en el capítulo 11, notamos que él menciona acontecimientos significativos que subrayan la fe de Moisés. El comienza con el acto de fe demostrada por las padres de Moisés (v. 23). En la sección siguiente él presenta a Moisés como hombre de fe en la corte del faraón. El resumen de este período de la vida de Moisés comienza con la fórmula por la fe. A continuación, al describir la fe de Moisés en tres oraciones, el escritor menciona la negativa de Moisés a ser llamado hijo de la hija del faraón, su elección de identificarse con el pueblo de Dios y su decisión de preferir el oprobio en vez de disfrutar de los tesoros reales (vv. 24–26). Acto seguido el escritor selecciona la partida de Moisés de Egipto como ejemplo de un hecho de fe (v. 27). También el relato de la institución de la Pascua, mediante la cual fueron salvados los primogénitos de Israel, nos muestra a Moisés como hombre de fe (v. 28). Finalmente, el cruce del Mar Rojo representa la fe de Moisés y de los israelitas (v. 29). El escritor de Hebreos enumera entonces hechos específicos de la vida de Moisés en los cuales su fe triunfó. ¿Fué la huida de Moisés de Egipto después de matar a un egipcio un acto de fe? El relato de Éxodo dice que Moisés tuvo miedo y que el faraón trató de matarle (Ex. 2:14–15). Si Moisés dejó Egipto por temor, se nos hace difícil creer que su huida fuera un acto de fe. ¿Por qué habría el escritor de Hebreos de seleccionar este acontecimiento como ejemplo de la confianza que Moisés tenía en Dios? Además, el escritor añade que Moisés no temió la cólera del rey. Esta observación hace más complicada la interpretación de la huida de Moisés a Madián. En contraste con lo anterior, después que Moisés hubo esperado cuarenta años en Madián, Dios lo llamó y le habló desde la zarza ardiente. El instruyó a Moisés para que fuese al faraón y sacase al pueblo de Israel de Egipto (Ex. 3:10). Este sí que era un encargo que demandaba fe. Moisés repetidamente presentó sus objeciones, hasta que finalmente Dios le aseguró que los ancianos de Israel le escucharían (v. 18), que Dios haría que “los egipcios estuviesen favorablemente dispuestos” para con los israelitas (v. 21), que Moisés haría milagros (Ex. 4:1–9), y que Aarón, el hermano de Moisés, le acompañaría (vv. 14–16). Después de recibir estas instrucciones divinas, Moisés se transformó en un hombre de fe que no le temía al faraón. La responsabilidad de sacar al pueblo de Dios de Egipto le fue asignada a Moisés en su capacidad de líder de Israel. Además, todo el versículo—“Por la fe dejó Egipto, sin temer la ira del rey; él perseveró porque veía al que es invisible”—se refiere a todas las confrontaciones que Moisés tuvo con el faraón en su esfuerzo por obtener la libertad del pueblo de Dios.384 El hecho de que “él dejó Egipto” es, por lo tanto, la culminación de una serie de acontecimientos. Uno de estos sucesos es la institución de la Pascua, a la cual el escritor de Hebreos le presta particular atención en el próximo versículo. Y la cláusula “sin temer la ira del rey” abarca el período de las diez plagas y de la persecución de los israelitas por parte del faraón, hasta llegar a las aguas del Mar Rojo (Ex. 14:5–28). Moisés es el hombre de fe que le dice a la gente que no tema, que permanezca firme, y que vea cómo el Señor lucha por ella (vv. 13–14). Por la fe Moisés fue libre del temor porque él sabía que Dios estaba de su lado. Las palabras “él perseveró porque veía al que es invisible” reciben un significado adicional dentro del marco de la experiencia de Moisés cuando vio en Madián la zarza ardiente. Además, Dios habló repetidamente con Moisés en Egipto. Durante el viaje por el desierto, “el Señor hablaba con Moisés como un hombre habla con su amigo” (Ex. 36:11; véase también Num. 12:7–8). Aunque a Moisés no se le permitió ver el rostro de Dios, él sí vio sus espaldas (Ex. 33:23). La presencia permanente de Dios, especialmente durante los días difíciles de Moisés en Egipto, fortaleció la fe de Moisés. A causa de las instrucciones de Dios, Moisés pudo perseverar en la fe y cumplir con su tarea de sacar al pueblo de Israel de Egipto. Del contexto general del relato de Éxodo, el escritor de Hebreos pasa ahora a un acontecimiento específico: la institución de la celebración de la Pascua. pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.

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