martes, 16 de abril de 2019

NUESTRO PAN DIARIO Martes,16 de Abril 2019 En la tarde cuando fue traicionado, mientras Jesús estaba comiendo con sus discípulos, tomó un poco de pan y dijo, “Éste es mi cuerpo dado para ustedes; hagan esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). Ellos comieron un pedazo del pan. Cuando nosotros participamos en la Cena del Señor, cada uno come un pedazo de pan en memoria de Jesús. “De la misma manera, después de haber cenado, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre el cual es derramada por ustedes” (v. 20). Cuando nosotros bebemos una cantidad pequeña de vino en la Cena del Señor, recordamos la sangre de Jesús que se derrama por nosotros, y que su sangre significó el nuevo convenio. Así como el antiguo pacto se selló con la rociadura de sangre, el nuevo pacto se estableció por medio de la sangre de Jesús (Hebreos. 9:18-28). Pablo dijo: “Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga” (1ª Cor. 11:26). La Cena del Señor es una mirada retrospectiva de la muerte de Jesucristo en la cruz. La Cena del Señor es una mirada retrospectiva de la muerte de Jesucristo en la cruz. ¿La muerte de Jesús es una cosa buena, o una cosa mala? Hay ciertamente algunos aspectos de mucha aflicción respecto a su muerte, pero la gran apreciación de este suceso es que su muerte es la mejor noticia posible. Muestra cuánto Dios nos ama. Tanto fue ese amor que envió a su Hijo para que muriera por nosotros, para que nuestros pecados puedan perdonarse y podamos vivir por siempre con él. La muerte de Jesús es un tremendo regalo para nosotros. Es precioso. Cuando recibimos un regalo de gran valor, un regalo que involucró un sacrificio personal, ¿cómo debemos recibirlo? ¿Con lamento y pena? No, eso no es los que el dador quiere. Más bien, debemos recibirlo con gran gratitud, como una expresión de gran amor. Si por ello derramamos lágrimas, deben ser lágrimas de alegría. Así que la Cena del Señor, aunque es un recordatorio de una muerte, no es un funeral, como si Jesús todavía estuviera muerto. Es realmente lo contrario, nosotros observamos esto sabiendo que la muerte de Jesús sólo duró tres días. Sabiendo que la muerte no nos sujetará para siempre, nos regocijamos que Jesús ha conquistado la muerte, y ha librado a todos los que fueron esclavizados por miedo a la muerte (Heb. 2:14-15). ¡Podemos recordar la muerte de Jesús con el conocimiento feliz que él ha triunfado por encima del pecado y la muerte! Jesús dijo que nuestro llanto se convertirá en la alegría (Juan 16:20). Venir a la mesa del Señor y participar en la comunión, debe ser una celebración, no un funeral. Los Israelitas del antiguo pacto miraban a los eventos de la Pascua como un momento definido en su historia, el tiempo cuando su identidad como nación empezó. Era cuando ellos escaparon de la muerte y la esclavitud a través de la mano poderosa de Dios y fueron librados para servir al Señor. En la iglesia cristiana, miramos los eventos que rodean a la crucifixión y la resurrección de Jesús como el momento definitorio en nuestra historia. Es de cómo escapamos de la muerte y la esclavitud del pecado, y cómo nos libramos sirviendo al Señor. La Cena del Señor es una conmemoración de ese momento que define nuestra historia. pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.-

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