viernes, 12 de abril de 2019

ESTUDIO BÍBLICO Jueves , 11 de Abril 2019 ESCUELA DOMINICAL 14 de Abril 2019- Lección : Deutronomio 2 : 8 al 15 Texto : Génesis cap. 19 verso 14. INTRODUCCIÓN En las últimas líneas del capítulo 1, se nos presenta al pueblo llorando delante de Jehová (Dt. 1:45); pero ni la confesión, ni las lágrimas de Israel en Cades eran sinceras; y por lo tanto el Señor no las aceptó. El gemir indecible de un corazón sincero asciende al trono de Dios, e inmediatamente es contestada por el bálsamo sanador y calmante de su perdón; pero cuando las lágrimas se hacen acompañar de la voluntad propia y la rebeldía, no sólo son sin valor, sino que son un verdadero insulto a la divina Majestad. Así, pues, el pueblo tuvo que retroceder al desierto, y peregrinar allí durante cuarenta años. No quedaba otro recurso. Como no quisieron subir a aquella tierra con fe sencilla, en compañía de Dios, así que Él no quiso acompañarlos cuando subieron ellos por su propia voluntad y confianza. Como no tenían la compañía ni la ayuda de Dios, sufrieron las consecuencias. Ya que no quisieron entrar a la Tierra Prometida, tenían que caer en el desierto. A. DIOS PROVEERÁ, PERO ES NECESARIO OBEDECER “Luego volvimos y partimos al desierto... como Jehová me había dicho” (Dt. 2:1). Hay una belleza moral en esa asociación con que Moisés se identifica por completo con el pueblo. Él, así como Josué y Caleb tuvieron que volver atrás, camino del desierto, en compañía de la incrédula congregación. De ese “volver” podemos sacar para nosotros algunas lecciones. Muy fácil hubiera sido iniciar una serie de protestas contra las opiniones adversas entre el pueblo y los líderes; pero VUELVEN a pesar de que era humanamente duro volver a adentrarse en el árido desierto. Aunque ahora, por supuesto, sabemos que era bueno y provechoso para el pueblo. VUELVEN porque entiende que hay grande bendición en inclinarse ante la voluntad de Dios, aunque no siempre podamos comprender el por qué de las cosas. VUELVEN sin pronunciar palabra alguna de murmuración al verse obligados a permanecer por 40 años rodeado de inhóspitos parajes. VUELVEN porque de alguna manera comprenden que no era el tiempo y que, si el mismo Jehová volvió también atrás, ¿quiénes eran ellos para resistirse? REFLEXIÓN: Esta actitud nos muestra dónde radica el secreto del descanso del corazón, en oposición a la intranquilidad; y no es más que la simple posibilidad de dar gracias a Dios por todo, por más contrario que sea a nuestra voluntad y por más que altere nuestros planes. No es sólo un sentimiento superficial de que, “ a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien”, sino el sentimiento positivo de que las cosas que Dios determina, son las mejores para nosotros, aunque haya que esperar mucho tiempo. Un Hermano decía: muy frecuentemente, refiriéndose a este acto de esperar: “Los molinos de Dios muelen despacio, pero muelen bien”. B. DIOS PROVEERÁ PARA TODOS (Dt. 2:1-23) Luego de permanecer mucho tiempo en Cades-Barnea (Dt. 1:46), los israelitas marcharon con dirección al suroeste a lo largo de la frontera de Edom hacia el Mar Rojo (Golfo de Akaba). En esta región fue donde transcurrieron principalmente los 40 años, realizando algunas visitas a Cades-Barnea (Dt. 2:14). Según nos relata Números 20:14-21, tal parece que en uno de esos viajes, Israel solicitó permiso para pasar por el territorio de Edom. Cuando les fue negada, acompañada de amenazas de guerra, ellos evitaron la frontera de Edom y tomaron con dirección al sur hacia el mar Rojo (Golfo de Akaba, -Números 21:4). De aquí, Dios les mandó “volveos al Norte” (Dt. 2:3). Antes de referirse Moisés a las victorias obtenidas sobre Sehón y Og, se refiere a los tratos de los israelitas con aquellos que les estaban vinculando con lazos de sangre, en cuanto al respeto de la propiedad privada por donde pasaban. EDOM. “No os metáis con ellos (Dt. 2:5). Aunque es necesario anotar que el versículo 4 aclara, los hijos de Esaú que habitan en Seir, no la otra rama. Los amalecitas debían ser destruidos (Génesis 36:12; Éxodo 17:14; Deuteronomio 25:17). MOAB. “No molestes a Moab, no te empeñes con ellos en guerra” (Dt. 2:9). Dios en su soberanía entrega todo según le parece, cada cual tiene lo que tiene porque Él se lo ha concedido. El Señor tiene parte importante en los límites nacionales y posesiones territoriales; la heredad ajena debe respetarse. Las razones que Dios da para no involucrarse en problemas son muy válidas: “Jehová te ha bendecido en toda obra de tus manos; Él sabe que andas por este gran desierto; estos 40 años Jehová tu Dios fue contigo y ninguna cosa te ha faltado” (Dt. 2:7). Bien podían, entonces, dejar tranquilos a sus hermanos y dejar su posesión intacta y descansar en que: Ellos (Israel) eran objeto de los tiernos cuidados de Jehová. Él (Dios) conocía cada paso que daban en su fatigoso viaje por el desierto. Él, en su infinita bondad había tomado sobre sí el proveer para todas las necesidades del pueblo. Iba a darles la tierra de Canaán, según la promesa hecha a Abraham. La misma mano que iba a entregarles Canaán, había dado a estos pueblos sus posesiones. Con facilidad podemos errar y tratar de adelantarnos al Señor, porque casi siempre tenemos prisa por poseer lo que pedimos; sin embargo, debemos aceptar que Dios tiene un tiempo prefijado para todo. Véase Hechos 17:26. En cada detalle del recorrido se puede notar la guía del Señor para con su pueblo. Él tiene el mapa, el instructivo del viaje, según Dt. 2: Vs. 1. “Salimos al desierto como Jehová me había mandado”. Vs. 3. “Volveos al norte”. Vs. 5. “No os metáis con ellos”. Vs. 6. “Compraréis de ellos con dinero”. Vs. 9. “No molestes a Moab”. Vs. 13. “Levantaos ahora, y pasad el arroyo”. Israel tenía que hacer la parte que le correspondía. Dios siempre estaba dispuesto a darle victoria a cambio que su pueblo le obedeciera. Dios dijo: “Levantaos, salid, y pasad el arroyo de Armón; he aquí he entregado en su mano a Sehón rey de Hesbón, amorreo, y a su tierra; comienza a tomar posesión de ella, y entra en guerra con él” (Deuteronomio 2:24). Entonces, para triunfar, sólo es cuestión de ajustarnos a su mandato y Él promete que todo nos saldrá bien; Esperemos el momento nuestro. Dice el himnólogo: “Si es para todos ya, quien buscaré hallar, Cristo en la cruz murió y está bendición compró para ti y para todos ya”. ¿Alguna vez ha escuchado la historia de un hermano que oraba así: Señor, dame paciencia; pero dámela ya! La Biblia dice que los que esperan en Jehová son como el Monte de Sión, que no se nueve sino que permanece para siempre. Aprender a esperar en Dios no es un don, sino una disciplina cristiana que uno adquiere. Así como el ejercicio o entrenamiento físico vale la pena para condicionar al cuerpo, cada experiencia de esperar vale la pena. Esto es porque nos prepara mejor para el próximo paso en la vida. La mejor preparación para esperar en Dios es conocer su Palabra y saber aplicarla a nuestras vidas. ¡VALE LA PENA ESPERAR! Atento a sus Comentarios.

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