lunes, 30 de enero de 2012

DIEZMO

Una de las cosas que el enemigo le ha robado a mucha gente es la bendición de ver en su vida la retribución que sólo podrían ver a través del principio del diezmo. Algunos han dejado de diezmar porque no han visto los resultados que esperaban, o quisás porque no saben lo que están esperando, y cuando las bendiciones llegan a sus vidas no saben identificarlas.

Debemos hacer las cosas con la revelación correcta, para poder ejercer nuestra fe de la manera correcta.

En Malaquías 3, vemos las promesas que Dios tiene para los que cumplimos con el principio del diezmo.

La primera promesa es que él es nuestra fuente. Él es el que provee los recursos de aquel que diezma. Es él quien abre los cielos, él es quien derrama bendición, él es quien reprenderá al devorador.

Dios va a abrir, derrarmar, y reprender, en la vida de todo aquel que diezma.

La segunda promesa es la sobreabundancia. Dios no sólo derramará bendición sobre tu vida, sino que lo hará hasta que sobreabunde.

En Génesis 26:13, dice la palabra del Señor, que Dios enriqueció, properó, y engrandeció a Isaac. Dios desea que progreses y prosperes. Si no prosperas, no puedes promover el evangelio. Si sólo te alcanza para tus necesidades, no lo puedes hacer.

La tercera promesa es que Dios provee protección y victoria sobre el adversario. Dios reprende al devorador. Él se pone entre tus enemigos y tú.

La cuarta promesa es que Dios causará honor, favor y gracia sobre tu vida, delante del mundo. Todas las naciones te llamaran bienaventurado, y será tierra deseable. La gente verá en ti a alguien digno, la gente va a querer hacer cosas por ti, van a querer tu presencia.

Diezmar es llevar al altar lo que has recibido a través del trabajo que Dios te ha dado.

Cuando cumples con este principio espiritual, puedes reclamar estas promesas expresas en su palabra, para los que le obedecen. Y Dios se encarga de bendecirte y prosperarte

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