miércoles, 18 de noviembre de 2015

ESTUDIO BÍBLICO Jueves,19 nov.2015. LECCIÓN : HEBREOS 11: 31 al 33. TEXTO : MARCOS 4 : 40.-

ESTUDIO BÍBLICO Jueves,19 nov.2015. LECCIÓN : HEBREOS 11: 31 al 33. TEXTO : MARCOS 4 : 40.- 31. Por la fe la prostituta Rahab, por haber acogido amistosamente a los espías, no pereció con los que fueron desobedientes. Tanto Santiago como el escritor de Hebreos se refieren a Rahab y la llaman abiertamente “la prostituta” (Stg. 2:25). Mateo hace figurar su nombre como madre de Booz en la genealogía de Jesús (Mt. 1:5). Ella fue uno de los antepasados de Jesús porque creyó en el Dios de Israel. La fe no tiene barreras. Considérese la evidencia en contra de Rahab. Ella era una cananea pagana, una prostituta y una mujer. La fe de Rahab triunfó. Sus conciudadanos fueron destruidos, pero ella y toda su familia sobrevivieron a causa de la fe que ella puso en el Dios de Israel (Jos. 2:8–13; 6:25). Dios no pasó por alto su pecaminosa práctica de la prostitución; en vez de ello, él la concedió gracia y salvación. Y aunque en Israel era el hombre y no la mujer quien hereda las promesas de Dios, en asuntos de la fe las distinciones desaparecen (Gá. 3:28). Rahab creyó en el Dios de Israel. Ella no recibió ninguna promesa de salvación, ningún evangelio de fe y arrepentimiento y ninguna certeza de aceptación. Ella había oído los reportes acerca del éxodo de Egipto, de la conquista de la tierra al este del Jordán y de la destrucción de los amonitas. Su confesión de fe estaba basada en las obras de Dios. Ella dijo: “El Señor vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Jos. 2:11). La suya fue una confesión simple pero fundamental. Ella confió en Dios y confió en que él la podría librar de la inminente destrucción de su pueblo y de su ciudad. El escritor de Hebreos dice: “Por la fe la prostituta Rahab … no pereció con los que fueron desobedientes”. Al usar la expresión desobedientes, el escritor coloca a los habitantes de Jericó en el mismo nivel que los israelitas rebeldes que perecieron en el desierto. El pregunta: “¿Y a quiénes juró Dios que no entrarían en su descanso sino a los que desobedecieron?” (3:18). La incredulidad desemboca en la desobediencia. La fe, en la obediencia. Rahab creyó y le dio la bienvenida a los espías en su hogar. Con gran riesgo personal ella los protegió de los soldados del rey, que sabían que los espías estaban en la casa de Rahab. Rahab no sólo creyó; ella también puso en acción su fe para ayudar al pueblo de Dios (Stg. 2:25). Y finalmente ella creyó en Dios al confiar que en el momento en que se efectuase el sitio de Jericó, su vida y la vida de su familia serían protegidas salvadas (Jos. 2:14–21). Vemos algo así como un paralelo en el caso del carcelero de Filipos que le preguntó a Pablo y a Silas: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” Ellos contestaron: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo—tú y tu casa” (Hch. 16:30–31). Josué perdonó la vida de la familia de Rahab y la colocó “fuera del campo de Israel” (Jos. 6:23). Sin embargo, a causa de su fe, Rahab fue recibida por los israelitas, se casó con Salmón y llegó a ser madre de Booz, que fue tatarabuelo de David (Rut 4:21; Mt. 1:5–6). 32 ¿Y qué más diré? Yo no tengo tiempo para hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, 33.- los cuales mediante la fe conquistaron reinos, administraron justicia y obtuvieron lo que había sido prometido; los cuales cerraron las bocas de los leones, La lista de personas mencionadas como héroes de la fe llega a su fin, pero no porque el escritor haya agotado sus fuentes. Lo que sucede es que él carece del tiempo suficiente para enumerar héroes adicionales. En vez de describir sus hechos de fe, el escritor se limita ahora a registrar los nombres de aquellos valientes de los que habla la Escritura. 32. ¿Y qué más diré? Yo no tengo tiempo para hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Desde el principio mismo de la epístola, el escritor ha evitado por modestia mencionarse a sí mismo. Aquí, sin embargo, por vez primera él usa el pronombre de la primera persona del singular, yo. Y al concluir la epístola, él vuelve a referirse a sí mismo en primera persona del singular (13:19, 22, 23). “¿Y qué más diré?” El escritor vacila al considerar los innumerables ejemplos de hombres y mujeres que vivieron por la fe. El elige ciertos nombres: algunos de ellos del período de los jueces; otros, del de los reyes. Y es evidente que el escritor no presenta los nombres en orden cronológico. El debió haber dicho Barac (Jue. 4–5), Gedeón (Jue. 6–8), Jefté (Jue. 11–12), Sansón (Jue. 13–16), Samuel (1 S. 1–16), y David (1 S. 16–31; 2 S.; 1 R. 1–2:12). Pero no es la intención del escritor de Hebreos brindar una lista cronológica de nombres. En efecto, él sigue el orden utilizado por Samuel en su discurso de despedida al pueblo de Israel: “Entonces el Señor envió a Jerobaal [también llamado Gedeón), a Barac, a Jefté y a Samuel, y él os libró de las manos de vuestros enemigos de todas partes, de modo que pudieran vivir seguros” (1 S. 12:11). No tenemos ninguna indicación de por qué Samuel y el escritor de Hebreos siguen una secuencia que difiere del orden cronológico. Los nombres aparecen en secuencias de tres pares: Gedeón antes de Barac, Sansón antes de Jefté, y David antes de Samuel. El que se menciona en primer término en cada par parece ser el más popular. a. Gedeón luchó con sólo 300 hombres contra la multitud de los soldados madianitas. Por seguir fielmente la instrucciones de Dios, Gedeón llegó a ser un héroe de la fe. Estando al lado de su Dios, Gedeón siempre estuvo en mayoría (Jue. 7:7). b. Barac se negó a enfrentarse en batalla con el ejército de Sísara y Jabín a menos que Débora la profetisa de Dios fuese con él (Jue. 4:8). Bajo la dirección de la profetisa, Barac luchó con los cananeos y los derrotó (Jue. 4:16; y véase 5:1). c. Sansón captura la imaginación de todos aquellos que se gozan en la fuerza física. Pero su desliz amoroso con Dalila no sólo le quitó su fuerza; también puso una mancha permanente sobre su nombre. Sin embargo, Sansón demostró una fe inamovible en el Dios de Israel al orar pidiendo fuerzas para ejecutar justicia contra sus enemigos. Dios escuchó su oración. “Fue así que [Sansón] mató a muchos más al morir que mientras vivió” (Jue. 16:30). d. El nombre de Jefté está indisolublemente vinculado a aquel imprudente juramento que le llevó a sacrificar a su única hija (Jue. 11:39–40). Sin embargo, Jefté estaba lleno del Espíritu de Dios. Dios le usó para derrotar a los amonitas y castigar a la tribu de Efraín. El era un hombre de fe. e. David está a la cabeza de los reyes de Israel. A causa de su confianza en Dios, David pudo conquistar a sus enemigos, edificar su reino, y fortalecer al pueblo de Israel. El fue el estadista y líder espiritual de Israel. f. Samuel fue un profeta que también fue llamado vidente (1 S. 9:9). El figura primero entre los profetas y fue un líder notable de Israel. La gente le buscaba porque sabía que el favor de Dios estaba con él. Dios contestaba las oraciones que él ofrecía con fe. Samuel Dijo: “En cuanto a mí, lejos esté de mi pecar contra el Señor dejando de suplicar por vosotros” (1 S. 12:23). De aquí en adelante el escritor ya no proporciona un comentario acerca de las vidas de los héroes de la fe. En vez de ello, él hace un resumen de categorías de actos de fe. 33. Los cuales mediante la fe conquistaron reinos,administraron justicia y obtuvieron lo que había sido prometido. Si bien el escritor omite detalles, el común denominador que él proporciona es la expresión mediante la fe. Esta expresión es una ligera variante del término que constantemente recurre por la fe. El escritor parecería querer dar a entender que los lectores mismos deberían extraer los detalles de su propio conocimiento de la Biblia. a. ¿Quiénes “conquistaron reinos”? Josué por cierto lo hizo cuando tomó posesión de la tierra prometida. La descripción es aún más apta si se aplica a David. El conquistó las naciones que rodeaban Israel y extendió de esta manera las fronteras de la tierra prometida llegando así al cumplimiento del sagrado juramento de Dios. Dios había jurado que daría la tierra a los descendientes de Abraham, Isaac, y Jacob. Le había prometido a Moisés que esta tierra se extendería desde el Líbano en el norte hasta el Neguev en el sur, y desde el río Eufrates en el oriente hasta el mar Mediterráneo como frontera occidental (Dt. 1:7–8). David cumplió dicha promesa mediante la fe. b. ¿Quiénes “administraron justicia”? Los nombres de los jueces de Israel son los que nos vienen a la mente, especialmente el nombre de Samuel. El pueblo de Israel declaró que Samuel no había engañado ni oprimido a nadie (1 S. 12:4). Los reyes de Israel y de Judá administraban justicia en beneficio del pueblo, tal como lo atestigua la Escritura: David reinó sobre todo Israel, haciendo lo que era justo y correcto para todo su pueblo. [2 S. 8:15] Cuando todo Israel oyó el veredicto que [Salomón] había dado, tuvieron gran reverencia por el rey, porque vieron que él tenía sabiduría de Dios para administrar justicia. [1 R. 3:28] Josafat, Rey de Judá, designó jueces en la tierra y les dijo: “Considerad cuidadosamente lo que hacéis, porque no estáis juzgando ante el hombre sino ante Dios, quien estará con vosotros en toda ocasión en que dictéis veredicto. Ahora dejad que el temor del Señor esté sobre vosotros. Juzgad cuidadosamente, ya que no hay injusticia, parcialidad o cohecho en el Señor nuestro Dios”. [2 Cr. 19:6–7] c. ¿Quiénes “obtuvieron lo que había sido prometido”? Debido a que la palabra promesas está en plural, pienso que el escritor trata de recordar las numerosas promesas que Dios le ha hecho a su pueblo. El escritor ya ha hablado de Abraham, quien después de esperar al hijo de la promesa recibió a Isaac (Gen. 21:1–2; Heb. 6:15). Al fin de su vida, Josué dijo a los ancianos, líderes, jueces y oficiales de Israel: “Vosotros sabéis con todo vuestro corazón y alma que ni una de las buenas promesas que el Señor vuestro Dios os ha hecho ha fallado. Cada promesa se ha cumplido; ni una ha fallado” (Jos. 23:14). No cabe duda de que las promesas hechas por Dios a su pueblo son innumerables, tal como lo atestiguan las Escrituras mismas. El escritor continúa enumerando los hechos de fe realizados por su pueblo. Estos son los héroes de la fe: los cuales cerraron las bocas de leones nota. sobre Rahab.- Clemente de Roma hace una extensa referencia a Rahab y los espías. Sin embargo, al comentar acerca del cordón escarlata (Jos. 2:21), él le da un cumplimiento neotestamentario. El escribe: Y (los espías) le dieron una señal, que ella debía colgar un cordón escarlata de su casa, prefigurando que todos los que creen y esperan en Dios tendrán redención por medio de la sangre del Señor. Así que vosotros véis hermanos, que esta mujer no es sólo un caso de fe sino también de profecía” (The Apostolic Fathers, tomo 1, 1 Clem. 12:7–8, (LCL). pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.-

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